El Presidente de la República ha convocado a un Pleno Extraordinario del Congreso para debatir la Ley de Empleo Juvenil Nº 30288. La presión desarrollada por la juventud movilizada en las calles, el rechazo expresado, desde la promulgación de la Ley y cuyos puntos más altos han sido cuatro marchas multitudinarias por las calles de Lima, han obligado a Ollanta Humala a retroceder y dejarle al Parlamento la responsabilidad del destino de la citada Ley. 

Sin ninguna duda es una jugada que abre el espacio a la negociación entre los partidos de la derecha que son amplia mayoría en el parlamento, para evitar una derrota en toda la línea en los propósitos de Ollanta Humala y el empresariado de cargarle el costo de la reactivación a los jóvenes, quitándoles derechos laborales, como ha sido la práctica de los gobiernos desde el fujimorismo. Humala ya está jugando a la modificatoria de la ley.

Pero es una jugada que muestra que sigue sin darse cuenta a qué se enfrenta y los partidos tampoco. El movimiento juvenil en marcha es la expresión más movilizada de un enorme sentimiento de rechazo a la traición de Humala, acumulado durante estos años y que hoy tiene miles de rostros jóvenes, pero que se amplia con el paso de los días hacia sectores que también fueron burlados por quien encarnó el 2011 la esperanza de transformación en las condiciones de vida de millones de peruanos.

Humala no tiene la menor idea de qué significó su triunfo electoral del 2011, hasta ahora lo siente como un triunfo personal; nunca llegó a entender que fue llevado a la victoria por millones de peruanos hartos de neoliberalismo, de tecnocracia corrupta y antipopular, de políticos que vendían al país al peso y de señorones que sentían el Perú de los 2000 como su chacra heredada del fujimorato.

Por eso ahora cree que miles de jóvenes luchando en la calle, enrostrandole su traición, son solamente chicos desinformados y manipulados. No se da cuenta de nada, no se da cuenta que es el inicio de la reacción popular a la cobardía de buscar la presidencia para cambiar el país y asumirla como mayordomo de los que reparten el botín en que han convertido el país, no se da cuenta que cuando vendió la gran transformación, estaba vendiendo las expectativas de millones de peruanos que lo llevaron a la presidencia y que hoy empiezan a cobrarle su falta de coraje.

La derecha peruana consiguió tomar a Humala, creyendo que con eso controlaba la ola antineoliberal que arreciaba contra el modelo, Conga le empezó a mostrar que no era así y el fin del año pasado y los inicios de este año tiene que haberla convencido que los traidores no son garantía de nada.

23 de enero, 2014