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De balances y pecadores

Publicado: 2014-10-15

Los balances en la izquierda suelen tener mucho de tanáticos y también de religiosos; excomuniones que se distribuyen a diestra y siniestra, todo es elevado a la categoría de principios y ya se sabe que cuando se entra a esa esfera, cualquier debate es imposible. Pero aún la excomunión en el catolicismo tiene carácter medicinal y pretende salvar al pecador, en algunos casos, y en general busca alejar de la destrucción del pecado a la comunidad religiosa.

En la izquierda no, nuestras excomuniones son eternas y condenan al infierno al pecador y no importa si se destruye la comunidad de creyentes, lo importante es castigar al que se salió de la doctrina y como en la izquierda existen capillas hasta personales, vaya uno a ver la cantidad de doctrinas existentes y a cuál de ellas ha traicionado el pecador de turno.

Y entonces la política no es ya una lucha central por el poder para transformar sociedades, no, para nada, la política se vuelve una defensa de un decálogo de principios colocados en una urna fuera del alcance de los pecadores que como dicen algunos religiosos, pueden ser la levadura que fermente toda la masa.

Un balance, según una de las acepciones de la Real Academia Española es un “Estudio comparativo de las circunstancias de una situación, o de los factores que intervienen en un proceso, para tratar de prever su evolución.” Visto así, es una herramienta para actuar hacia adelante. Las últimas elecciones municipales muestran que hay sectores en nuestra izquierda que han cambiado esta idea y que prefieren asumir los balances como una oportunidad para excomulgar a los pecadores y quedarse sentados hasta una nueva oportunidad en que haya que evitar que la levadura fermente toda la masa.

Por increíble que parezca, hasta hace unos meses, aún había quienes reclamaban este tipo de balances de lo que fue Izquierda Unida (IU), la experiencia unitaria más importante de la izquierda peruana que feneció a fines de los 80 del siglo pasado. 30 años después aún se pedían excomuniones de dirigentes que en muchos casos ya habían fallecido. Como si la sociedad peruana se hubiera congelado todo este tiempo a la espera del famoso balance, algunos en la izquierda todavá querían pasar por las horcas caudinas a los pecadores de los 80. Ela lado bueno del desastre unitario del 2014 es que ya es poco probable que alguien reitere su pedido del balance de IU.

Así las cosas, habría que retomar la idea de la política como acción transformadora, si no queremos darle la razón a Marx (Groucho por si acaso) que decía: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.”


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